Por Alexia Indira

‘Ruby Sparks’, dirigida por Dayton y Faris - directores de
la aclamada ‘Little Miss Sunshine’, y pareja en la vida real- es una película
protagonizada por la –también pareja en la vida real- Paul Dano y Zoe Kazan,
siendo esta última, además, la guionista de la obra (y qué guionista!)
Ruby Sparks tiene, en definitiva, el mejor
guión del 2012 en lo que respecta al género antiromántico, y esto señores, no
es cualquier mención, o una que deba tomarse a la ligera. Es una mención que ya
la brutal ‘(500) Days
Of Summer’ alcanzó el 2009, ‘Blue Valentine’ el 2010 y
‘Like Crazy’ el 2011, es decir, está entre las
grandes. Un guión que solo pudo ser escrito por un humano que ha entendido a la
perfección la complejidad del amor y la decadencia del romance ‘cursi y barato’
al que nos han tenido acostumbrados desde finales del siglo XVIII, un
romance que muchos expresan como la máxima expresión del amor y su único fin,
sin terminar de entender que éste –si ok, la parte más entrañable y linda de
una relación amorosa- es solo eso, una parte (la pasional), no el todo. Es la
pasión hecha música, cine, literatura, en fin… tema recurrente entre artistas. El
amor por otro lado, es una decisión, un tema más frontal que implica intimidad
y compromiso; aspectos que implican, en primer lugar,
la aceptación de todo lo que representa tu
pareja (es decir, su intimidad en todas sus facetas, en especial las peores), y
en segundo lugar, el compromiso de quedarse en este recorrido mientras ambos
vayan al mismo lugar. Si, parece fácil y estoy segura que Kazan creyó, como yo,
que la mayoría cree que lo es. Pues bien, ‘Ruby Sparks’ se escribió y
filmó con un sólo propósito: desmentir tan apresurada
afirmación.

El amor entre dos seres humanos -completamente diferentes- que
quieren pasar el resto de sus vidas juntas (sin haber sido criados por la misma
familia) es complejo, y al mismo tiempo,
una de las experiencias más hermosas que
uno pueda experimentar. Hermoso, porque
no hay nada mejor en la vida que sentir que alguien te ama en toda tu expresión
y tú también lo haces. Complejo porque descubre en su desarrollo todas y hasta
las más mínimas expresiones de la intimidad de sus participantes, y al mismo
tiempo les pide compromiso y pasión constante en el recorrido. Una complejidad con
la que pocos estarán dispuestos a lidiar. Ya en la obra de Webb el 2009 muchos
caímos en la cuenta de que no existe ‘el o la elegida’: aquella persona que
será la única que podrá hacernos felices; con ‘Blue Valentine’ entendimos que
una relación amorosa tiene dos participantes y no importa que tanto luche uno,
si el otro quiere tirar la toalla, la pelea termina; con Felicity Jones y Anton
Yelchin apreciamos que tan frágil puede ser el ring de lucha, que a veces la
vida (y si, simplemente eso) no nos juega a favor; con Ruby Sparks, por otro
lado, podemos entender (finalmente) que el amor es una constante lucha (hermosa
y compleja) que se complejiza,
precisamente, porque sus participantes son probablemente la especie más
compleja (me permito redundar) que habita el planeta: al tener la capacidad de pensar, además de
sentir, somos una caja de bombones- ‘nunca
sabes lo que te va a tocar’- , y no, no estoy desechando las ya planteadas ‘Teorías
de la Personalidad’ que nos afirman (con mucho acierto) que la esencia del ser
humano no cambia; que si tu estructura es paranoide, siempre te azotara la
desconfianza, que si eres histriónico tu vida se centrara en poseer la atención
de los demás y que bla, bla y bla. Sin embargo, si hay una razón por la que el debate de si
la psicología (la ciencia que aporto con el desarrollo de estas teorías) es una
ciencia o no, es precisamente porque no hay especie más impredecible que la
nuestra. Ok, apuesto a que una gran mayoría pudo predecir que debido a los
marcadísimos rasgos esquizotípicos de nuestro protagonista, la creación,
desarrollo y decadencia de Ruby eran
inevitables, que necesitaba una salvación a su crisis profesional y amorosa, y
que mejor que una ‘novia imaginaria.

Por otro lado, pocos esperaban que
la ‘perfecta’ Ruby, una
mujer con el cuerpo perfecto, con los rasgos de personalidad perfectos, con la
historia de vida perfecta, con
todos
aquellos detalles perfectos- que solo quien no ha amado nunca de verdad y no
reconoce la verdadera complejidad de la raza humana pudo crear- pudiera ‘aburrirse’ de su creador.
Y es que, incluso una mujer ‘perfecta’ creada
en base a tinta (o real)
es antes que ‘perfecta’,
mujer!
Siendo precisamente en este punto
en el que recae la genialidad del guión: no existe mujer (ni hombre) perfecto,
solo existen mujeres y hombres(complejos, eso si) impredecibles la mayor parte del
tiempo y sobre todo seres pensantes que a veces deciden dejarse guiar por la
razón y otras por el corazón. Ahora bien, si alguien no está dispuesta o
dispuesto
a aceptar las implicaciones de
tal afirmación (nos asegura Kazan) , pues tal vez no deba iniciar esta lucha llamada amor, tal vez
deba rendirse antes de presentar batalla, porque si hay algo peor que subirse a
un ring sin protección, es subirse al ring creyendo que uno no la necesita, y
en el caso del amor, la única protección que uno necesita es uno mismo, ya que al entender lo complejo que puede ser lidiar con uno mismo uno puede entender lo complejo que puede ser lidiar con el otro
PUNTUACIÓN: 8/10 (dos puntos menos por la no tan alabable dirección y por las actuaciones no tan convincentes de sus protagonistas)
Mejor
Escena: Calvin abusa de su poder y hace quedar en ridículo a Ruby.
Mejor
'Quote': Harry:
Quirky, messy women whose problems only make them endearing are not real.
Target: Personas que aún creen que el romance es amor.
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